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Caciquismo democrático | Eduardo Saez Maldonado. 20.04.23 | | La figura del cabeza de lista electoral, ya sea en elecciones municipales, autonómicas o generales, es determinante a la hora de captar los votos. Y lo es porque el candidato que abandera el proyecto tiende a concentrar en su imagen todas las bondades de su candidatura. Es por ello por lo que los partidos tratan de escoger personas que, más allá de representar la ideología y propuestas electorales que el partido en cuestión abandera, tengan un talante amable, dialogante, tolerante. Todo el mundo sabe que la imagen del líder es vital y que incluso mucha gente vota a esa opción sólo por ese líder. Pero también todo el mundo sabe que detrás del cabeza de lista hay un grupo grande de personas que, compartiendo las propuestas y bases ideológicas del partido, aportan puntos de vista, trabajo, discusión, ideas… Todo el mundo sabe que detrás de una candidatura hay un grupo de personas formando un equipo que es el que, llegado el momento, aportará al proyecto político. Sin embargo, hay algunas candidaturas tan personalistas, tan basadas en una persona concreta, tan ignorantes de que detrás de un líder debe haber un equipo dispuesto a sacrificarse en defensa del proyecto en el que creen, que incluso en sus actos electorales ningunean a dicho equipo que lo arropa, y ensalzan de forma casi exclusiva la figura del líder indiscutible y carismático. En la memoria tenemos aún el curioso caso de Jesús Gil en Marbella, que llevó su personalismo al extremo de ponerle su nombre (Grupo Independiente Liberal: GIL) a su partido, y que llegó, de forma incomprensible, a conseguir mayoría absoluta. | En Alhaurín de la Torre hay un claro ejemplo de esto; algo que podemos comprobar en las estrategias de campaña. Todo el mundo sabe que en el Ayuntamiento de Alhaurín de la Torre las elecciones no las gana el PP, sino Joaquín Villanova, que tiene tan poco tacto con su equipo que lo ningunea incluso en los actos de campaña. Ya sacó en las elecciones del 19 una especie de “eslogan” improvisado en una entrevista que dio mucho juego: “soy un máquina”. Tanto como que en esta campaña del 23 ha vuelto a salir y vemos que algunos miembros de su equipo portan carteles con la sonrrojante la leyenda “yo voy con el máquina”. Pero el colmo lo vimos en la presentación de su candidatura del otro día en la que, aunque hizo salir al escenario a los miembros más destacados de su equipo (menos mal), los hizo posar ante unas enormes letras que presidían el escenario y que rezaban: “JOAQUIN2023” dejando claro ante el mundo que no se presentaba el PP, ni siquiera un equipo de gente con un proyecto político aunque fuera liderado por Villanova. No. Se presenta Joaquín. Se presenta el “máquina”. Esta arrogancia que nuestro alcalde no oculta lo más mínimo, me resulta triste porque se me antoja despectiva para con su equipo. Un equipo que, me consta, cuenta con personas muy trabajadoras, eficientes e incluso, en algún caso, brillantes, que aceptan resignadamente su papel secundario en este juego. Pero el protagonismo exclusivo y egocéntrico de Villanova lo arrolla todo y, aunque su legitimidad democrática es indiscutible, nos resulta inquietante seguir dejando el futuro de un pueblo en manos de las decisiones de una sola persona que ha demostrado tener una visión caciquil que no parará ante nada para llevar adelante sus proyectos megalómanos aunque para ello tenga que arrasar desde la Sierra de Mijas (canteras) hasta la fértil Vega del Guadalhorce (Ciudad aeroportuaria) con su desarrollismo depredador. En cualquier caso seremos nosotros, el pueblo, los que tengamos la última palabra.
Eduardo Sáez Maldonado |
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