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Más allá de Ómicron | Eduardo Saez Maldonado. 29.11.21 | | La aparición súbita de una nueva variante del SARS Cov 2 ha generado, además del lógico revuelo en Occidente en cuanto a medidas de control por su mayor virulencia, comentarios encaminados a recordarnos que, por mucho que nos vacunemos nosotros, mientras no se vacune todo el planeta hay posibilidad real de que surjan nuevas variantes, eventualmente más peligrosas, que sorteen nuestras estrategias. Parece claro que, antes de ponernos setecientas dosis de refuerzo, conviene distribuir vacunas por los países con más problemas para llevar a cabo esta estrategia de vacunación masiva. Pero oía el otro día a uno de los comentaristas virólogos que opinan en los medios una reflexión un poquito más profunda que, en nuestro desnortado egoísmo occidental, se nos escapa una y otra vez. Veamos. | La afirmación que acabo de hacer más arriba y que se oye estos días ("conviene distribuir vacunas en los países con más problemas") es de un "ombliguismo" atronador. ¿A quién le conviene? La respuesta es clara: a Occidente. Porque en el África más pobre la gente sigue muriendo de sida, neumonías varias, diarreas, malaria....hambre. Y ahora vamos nosotros a vacunarlos contra el menor de sus problemas mientras ignoramos el resto.
Es muy parecido a cuando les exigimos compromisos de reducción de emisiones de CO2 para mitigar el cambio climático ahora que nosotros hemos emitido ya todo el que hemos querido para desarrollarnos a costa de expoliar sus recursos naturales y llevar allí nuestros desechos y contaminantes.
Lamentablemente nuestro capitalismo egoísta, feroz, hipercompetitivo, impersonal e implacable no contempla la posibilidad avanzar en justicia social (de la ambiental ni hablamos) sino que pretendemos seguir creciendo eternamente terminando de arrasar, caiga quien caiga, lo poco que nos va quedando. Es por esto por lo que estamos llamados, como sociedad, a derrumbarnos inexorablemente ante la crisis multifactorial que hemos provocado y que tenemos ya encima (climática y de agotamiento global de recursos sobre todo, pero también de biodiversidad y sanitaria) y que ignoramos, a pesar de las evidencias abrumadoras, con nuestra irresponsable arrogancia, nuestro estúpido Black Friday y nuestras banales luces de Navidad de bajo consumo.
Eduardo Sáez Maldonado
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