 |
Mariposa monarca | Pedro Biedma. 30.09.21 | | 05-10-1981Una frágil mariposa se posó en su hombro, el color anaranjado de sus alas le llamó la atención. Se trataba de un ejemplar lepiróptedo conocido vulgarmente como mariposa monarca, se había adelantado en su llegada al menos un mes. Conocía que había recorrido la distancia que separa su ciudad natal Morelia con la lejana Canadá. Vicente comparó el atrayente aleteo del insecto con el atractivo parpadeo de las pestañas de su amada Gloria, a quién aguardaba, nervioso en la mesa del restaurante elegido para la ocasión. Observó la hora que marcaba su reloj, se demoraba algo más de lo habitual. El movimiento de su brazo hizo que la monarca volase hacia otro lugar. Él siguió su vuelo con la mirada y pudo comprobar como se posó en el cabello color azabache de Gloria que caminaba a su encuentro, ella no se percató de tal hecho. Acalorada, secó su frente con un pañuelo y tras una breve disculpa por su retraso, unió sus labios a los de Vicente con la bella mariposa como privilegiada testigo. | 05-10-1980 En un pasillo de la Biblioteca Municipal de la Universidad de Michoacana, Vicente se concentraba en la lectura de uno de sus autores preferidos, Juan José Arrebola. Una sensación de frialdad le sobresaltó, alzó la vista y ante él se mostraba la chica más guapa que recordaba haber visto jamás. En su mano portaba una botella inclinada de agua helada y abierta, algunas gotas aún caían sobre la camisa del muchacho. Con rapidez se levantó y tomó la botella. Ella sonrojada se excusó: Perdona por mi torpeza, he tropezado y no he podido evitar que el agua cayese sobre ti, lo siento. Rojo como un tomate, permaneció en silencio unos segundos, la tremenda timidez que atesoraba le impedía articular palabra alguna. A sus veinte años, jamás había cruzado más de dos vocablos a solas con una señorita de su misma o parecida edad, y ninguna de ellas poseía la belleza de Gloria. Por fin la cortedad concedió libertad a su voz, con un tono muy bajo pronunció: No tiene importancia, además, con el calor que hace nunca viene mal una ración de agua fría. Ambos comenzaron a sonreír olvidando el silencio obligado del lugar donde se ubicaban. Para combatir el calor, nada mejor que tomar un refresco, permite que te invite – aseveró ella. El tono granate de la cara de Vicente se incrementó y tartamudeando respondió: Devuelvo el libro al bibliotecario y acepto tu propuesta –por cierto ¿qué libro has elegido? No me ha dado tiempo pero pensaba leer algo de Federico García Lorca, me encantan sus poemas, sobre todo el Romancero gitano. Es un poeta español de la generación del 27. Sí lo sé, he leído varios libros suyos. Las enormes pestañas de Gloria no cesaban de abrirse y cerrarse, seguían el compás de cada término que pronunciaba, simulaban el aleteo de una bella mariposa. Vicente, obnubilado, se negaba a cerrar las suyas para no perder un solo detalle de tan magnifica visión. Niña, deja que levante tu vestido para verte. Abre en mis dedos antiguos la rosa azul de tu vientre. ¿Qué dices? –preguntó ella. Recito uno de los versos del libro que ibas a leer, es uno de mis preferidos. Resurgieron las cómplices risas, el instinto hizo que él la abrazase. Al percatarse de su atrevimiento, separó su cuerpo y pidió perdón por su osadía. Gloria tomo la iniciativa y sin dudar le plantó un beso en la mejilla, a continuación le dijo: Mi torpeza merece una invitación, devolvamos los libros, te invito a tomar un refresco o lo que te apetezca, por cierto, me llamo Gloria. Yo soy Vicente –respondió ruborizado. Se trataba del primer beso que recibía de una mujer que no fuese su madre o la empalagosa de su tía Mercedes. Los de sus abuelas no los recordaba, fallecieron cuando el aún era un bebé. En la terraza del bar, conversaron sobre muchos temas, sobre todo de literatura, los ojos de la chica permanecían clavados en los del joven que recitaba poemas sin parar. Al cabo de un par de horas, Tomás hizo acto de presencia, era su hermano mayor, destacaba por su atractivo físico, cualidad de la que Vicente carecía por completo. Se presentó y con educación saludos a ambos, Gloria pareció ignorarle, ella deseaba seguir oyendo las bellas frases que surgían de la garganta de Vicente. Tomás se marchó, no sin antes soltar una de sus ingeniosas bromas: Bueno, os dejo pareja, veo que mi hermano ha heredado mi buen gusto. Durante las tres horas que duró el encuentro se realizaron múltiples confesiones, parecían conocerse desde hacía tiempo. Vicente era el segundo de los hijos de un importante empresario de la ciudad, trabajaba con su progenitor pero lo que realmente le fascina era la literatura. Gloria por su parte, no tenía hermanos, ni padre, vivía sola con su madre y se ganaba la vida desarrollando diversas labores temporales, en la actualidad carecía de empleo. Ambos compartían el gusto por las letras, aunque a ella solo le gustaban los poemas, sobre todo los de amor. Es tarde, debo regresar a casa, ha sido un placer conocerte –comentó él. Te anoto mi número de teléfono, espero que me llames, y sí puede ser mañana mucho mejor –respondió ella. Tras estas palabras, acercó sus labios a los del chico y con suavidad los posó en ellos. Fue un ósculo corto pero intenso y lleno de intenciones. El rostro de Vicente tornó denuevo a color rojizo, pero en un acto de valentía, agarró con fuerzas la cintura de la chica, y la besó con torpeza pero con una pasión desorbitada. Animado pronunció la siguiente frase: No te llamaré mañana, o quizás sí, pero te espero a las siete de la tarde en este mismo lugar. Gloria asintió con la cabeza mientras una leve sonrisa se dibujaba en su cara. Aquí estaré, no te retrases. A partir de ese día, las citas se convirtieron en algo habitual, con el paso de las semanas, las horas que pasaban juntos se incrementaban. Vicente descubrió lo que significaba el amor, con ella compartió momentos de alegría, tristeza, confidencialidad, pasión y por supuesto el sexo. A sus padres le surgían dudas, ella tan bella y su hijo un ser sin atractivo ni verborrea que pudiese enamorar a una dama. Con el paso del tiempo asimilaron la unión de la pareja y comprendieron que para amar no importaba el físico, acogieron a Gloria como una más de la familia. Como en todas las relaciones, existieron momentos de desavenencias, concretamente dejaron de verse durante el 16 de septiembre de 1.981 hasta el día 30 del mismo mes. El motivo carecía de importancia, Gloria que era muy celosa, no soportó la escena que contempló, escondida en una esquina cercana. El quince de septiembre su amado dialogaba con una joven sobre un texto literario, con suma educación, se despidió de la chica con un cálido apretón de manos. Gloria, enfurecida, se plantó ante él y le hostigó con interrogantes a las que él no supo responder con coherencia, no esperaba que su novia le hubiese estado espiando. Tras esa discusión, estuvieron quince días sin mantener contacto alguno, hasta que el 1 de Octubre Gloria recapacitó y le suplicó perdón, el cual Vicente acepto sin contemplaciones. Esa misma noche, en la habitación de un hotel, la pasión se adueñó de sus seres y el enfado pasó al olvido, al menos para el cándido zagal.
05-10-1981 Tras degustar un exquisito y caro menú, Vicente tomó una pequeña caja que guardaba en el bolsillo de su chaqueta e hizo el ademán de arrodillarse, ella se percató al instante y se levantó con celeridad para impedir que lo hiciera. Le suplicó que retornase a su sitio, debía confesar dos noticias muy importantes. ¿Recuerdas el día de nuestra riña? Sí, pero eso ya murió en el olvido. Ese día prometí vengarme de ti con el primer hombre que se interpusiera en mi camino, y cumplí mi promesa. ¿Qué sucedió? –preguntó Vicente casi tartamudeando. Por pura casualidad me encontré con tu hermano en un bar del centro, yo llevaba algunas copas de más, estaba llena de furia y con enormes ganas de venganza. No soy capaz de evocar gran parte de esa noche, pero lo que sí tengo claro es que mantuve relaciones con él, solo ocurrió aquella noche y me arrepiento cada día de ello, pero te traicioné con tu propio hermano, jamás me lo perdonaré –varias lágrimas brotaban de sus ojos. Él tomó asiento, su rostro se hallaba desencajado, la ira ocupó las iris de sus negros ojos, arrojó la caja con el anillo lo más lejos que pudo y permaneció en silencio durante varios minutos. La mariposa monarca se aposentó en una de sus piernas, la abrazó con una de sus manos y apretó hasta acabar con su vida, después la lanzó al suelo y se limpió con una de las servilletas que adornaban la romántica mesa. Se levantó y comenzó a caminar con paso firme y veloz. Gloria, afligida, susurraba entre sollozos: No me has dado tiempo a revelarte la segunda de las noticias. Vicente deambulaba de bar en bar, las copas de tequila apenas duraban unos segundos en el vaso, su embriaguez resultaba evidente. Por fin llegó a la cervecería donde con total seguridad hallaría al malnacido de su hermano. Efectivamente, sentado en un taburete y rodeado de varias jóvenes. Tomás se acercó para abrazar a Vicente, pero este con la valentía que proporciona el alcohol y la ira que atesoraba, le recibió con un tremendo puñetazo que le tumbó en el suelo. Te lo mereces, traidor, esto y mucho más. A continuación escupió sobre su cara y salió del establecimiento ante las atónitas miradas de los asistentes. Tomás, se limitó a levantarse y pedir una cerveza. Al día siguiente y sin dar muchas explicaciones, Vicente se despidió de sus padres, se marchaba a Canadá, concretamente a la ciudad de Edmonton. Había decidido ser escritor y ese lugar le parecía perfecto para comenzar su aventura.
15-7-1985 Vicente finalizaba su segundo libro de poemas, con el primero consiguió buenos beneficios y ya era reconocido como una de las grandes promesas en la literatura. Casi todos su poemas hablaban de amor y sobre todo de desamor, la infidelidad de Gloria dejó huella en sus escritos. Sobre las cuatro de la tarde, el timbre de su humilde hogar sonó, el acudió para abrir la puerta, quedó perplejo ante lo que sus ojos vieron. Gloria y un pequeño de unos tres años se mostraban ante él. Desde aquella tarde del 5 de octubre del 1.981 no se habían vuelto a ver, ni siquiera existió contacto telefónico, ella localizó su paradero a través de sus padres. Esta era la segunda noticia que debí contarte esa tarde, es tu hijo, se llama Vicente. Vicente, aturdido, le hizo una señal para que pasasen al interior, se moría de ganas de besarla pero se contuvo. Los tres tomaron asiento en el pequeño y coqueto salón, él acarició el pelo del zagal que permanecía en silencio, avergonzado. Calentó un par de tazas de café y ofreció al niño una botella de agua y alguna galleta. Entonces Vicente inició su dialogo: Te he echado mucho de menos, he recapacitado sobre lo que ocurrió y tienes mi perdón. El tiempo todo lo cura y a mí me cicatrizó la herida hace tiempo. No dudo que este niño sea hijo mío, para ser sincero, me recuerda a cuando yo era pequeño. Lo reconoceré como su padre legal y te haré llegar la manutención que por ley pertenezca. Entonces su voz se entrecortó y una par de lágrimas brotaron de sus ojos, a duras penas continuó: Pero a ti, ya hace tiempo que dejé de amarte, de hecho llevo un par de años casado con una mujer a la que adoro, dentro de un par de meses seremos padres. Te deseo que todo en la vida te vaya bien y que encuentres, si no los has hecho ya, a un ser que te ame de verdad, te lo mereces. Solo te ruego que nunca le traiciones, el amor verdadero no admite deslealtades. Sin saber que argumentar, Gloria se alzó del sofá con rumbo a la salida, cientos de lágrimas decoraban su rostro, se moría de ganas de besar a Vicente pero no obtuvo el valor necesario. Con un simple adiós se despidió, Vicente besó al pequeño y le advirtió de que sobre su hombro se posaba una bella mariposa, su nombre era la mariposa monarca. Por cierto, así se titulará mi próximo libro, irá dedicado a ti y al amor imposible que nunca olvidaré.
Pedro Biedma 24-6-19 |
|
|
<-Volver |
|
|