
Habla el silencio, que habita,
en algún lugar secreto de su corazón.
Grita el sosiego, desde su triste habitación.
Anula su boca la inesperada manifestación,
y acuden al auxilio las lágrimas del dolor.
Brama el silencio, desesperado y hundido.
Clama el sosiego, proclamando revolución.
Una maldita tela de apariencia,
acalla los gestos del claro desconsuelo,
que convive en su interior.