
–¡Papá!, por favor, cuéntame un cuento de Navidad, uno bueno, uno de esos que sabes que me gustan.
– De acuerdo hijo, me sentaré aquí a tu lado, pero antes debes ordenar todos tus juguetes, que luego mamá se enfada.
Antonio se acomodó en su silla preferida y esperó a que Juan adecentase su habitación. Mientras, recordaba con nostalgia, el cuento que su querida madre solía relatarle en esas señaladas fechas.
Una vez finalizada su tarea, el pequeño se postró sobre las rodillas de su padre, antes de comenzar, ambos se cruzaron una mirada cargada de amor.
Le narró un maravilloso cuento, en el que a los protagonistas, con la ayuda inestimable de la magia que reina en Navidad, se les cumplían todos sus sueños.