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La ilusión | Pedro Biedma. 08.03.20 | | Anoche me despojé una a una de todas mis preocupaciones, elevé la mirada al cielo y allí estaba ella, más bella que nunca, esperando una señal mía. Abrí mi alma de par en par, saqué dos sillas de esparto y con ellas rodeé mi corazón, grité en silencio su nombre invitándola a sentarse en mi interior, al instante se me acercó y comenzamos a dialogar. La Luna acarició con ternura mi rostro, la piel se me erizó, y sin pudor me preguntó : – ¿Qué piensas amigo mío ? Se unieron a la reunión mis sentimientos más puros y el más sabio de ellos respondió en mi lugar: – ¡Luna!, ¿ qué es lo verdaderamente importante en esta vida ? | Ella permaneció callada unos segundos, se sirvió un vaso de mis recuerdos, y pronuncio: – Yo tengo miles de años, salgo todas las noches y cada vez que lo hago tengo la ilusión de encontrarme con él, de declararle mi amor, de fundir mi cuerpo helado con el suyo y que me abrace con sus rayos para no separarme nunca de él, poder decirle al oído todo lo que siento, declarar a los cuatro vientos mi eterno amor al Sol. Pero llega el amanecer y vuelvo a mi casa sin haber cumplido mi sueño, así año a año, siglo a siglo. Entonces me acurruco en mi gélida cama y duermo imaginando que esa noche sucederá y en mi sueño todo se hace realidad. Lo verdaderamente importante en la vida, es que cada vez que el corazón lata en tu pecho, notes una ilusión, cuando duermas, cuando rías, cuando llores, hagas lo que hagas que siempre esté presente tu ilusión. Sin más se levantó, besó mi mejilla y volvió a reinar en el cielo, mirando de reojo sí aparecía el Sol. Me levanté con premura y corrí hasta tu vera, te agarré de la mano, sin dar una explicación te llevé hasta mi alma, aún abierta, retiré ambas sillas, tomé asiento en mi corazón, te posé en mis rodillas, nos fundimos en un beso eterno y cerré mi alma partida. |
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