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La salud y la enfermedad
Natividad Castejon Valero. 08.12.19 
Hace un par de semanas escribí un artículo donde hablaba de los "niños índigo" y de su verdadera misión en nuestro planeta.
Comentaba cómo a partir de los años 70-80 comenzaron a llegar estas Almas tan especiales a la Tierra, y cuáles son sus grandes capacidades.
Su misión, entre otras cosas, es romper con las estructuras que ya no funcionan.
Hoy ocupan puestos fundamentales en Educación y Sanidad, trabajos para los que están especialmente cualificados. Sin embargo, el problema principal con el que se encuentran, es que tienen que entrar forzosamente a través de un sistema ya preestablecido, antiguo y obsoleto.
Ya lo expliqué con el caso de los profesores, y hoy lo haré con los sanitarios.
En el caso de los médicos, ellos ya nacieron con una gran capacidad para la sanación de forma natural. Ya vienen con ese don.
No es casualidad que de repente, a principios de siglo, un amplio porcentaje de nuestros jóvenes se decantasen por la medicina o la enfermería.

Son los "niños índigo" nacidos en los años 80 y que traen unas capacidades muy especiales para la sanación.

Pero se topan con un sistema ya organizado que sólo cura, y eso en el mejor de los casos. Porque no es lo mismo curar que sanar.

Yo siempre pongo un ejemplo muy gráfico... Veréis...

La medicina actual es como la capa de pintura que se pone encima de una mancha de humedad. Sólo tapa los síntomas. Pero la mancha de humedad volverá a salir.

Si no se arregla previamente la humedad, muy mal vamos a solucionar el problema. Sólo lo enmascaramos.

Pero voy más allá aún. Podríamos arreglar la mancha de humedad y luego pintar, y también lo estaríamos haciendo mal. Porque el problema que causa la humedad (ya sea rotura de cañería, rotura de bajante, condensación...), no está resuelto. Y eso significa que, por mucho que hayamos puesto impermeabilizante al arreglar la mancha, volverá a salir por otro lado.

Solucionar el origen de la mancha de humedad sería similar a sanar de verdad.

Pero nuestra medicina moderna sólo pinta y se acabó. No busca el orígen real del problema, que casi siempre aparece en el plano emocional. Nuestra "medicina moderna" aún no relaciona lo que nos ocurre en el cuerpo físico con lo que nos ocurre a nivel emocional.

"El cuerpo grita lo que la boca calla", según la nueva medicina germana (y la antigua medicina ayurveda, y la medicina tradicional china o cualquier chamán del Amazonas). Todo en nuestro cuerpo nos habla de lo que nos ocurre a nivel emocional.

Una infección, por ejemplo, es una batalla que se desarrolla en nuestro interior, porque en realidad no queremos afrontar una batalla exterior (con un vecino, un familiar, un jefe, un cónyuge, un hijo...). Y nuestras defesas se debilitan hasta el punto de "permitir" entrar al enemigo.

Cuando nos duelen los hombros y la espalda, tienen mucho que ver con la "carga emocional" que llevamos a cuestas. Responsabilidades adquiridas a lo largo de los años, y que ya nos estorban para poder evolucionar.

Pero nosotros confiamos en nuestros médicos, no nos queda otra opción. Ellos nos mandan una pomada o unas pastillas que eliminan el dolor o la infección, y se acabó. No pueden hacer otra cosa. A pesar de que nacieron capacitados para sanar de verdad, para localizar el verdadero orígen.

Incluso, el día de su graduación, todo estudiante en Medicina hace su Juramento Hipocrático prometiendo, entre otras cosas, que no administrarán nunca una droga mortal o veneno a nadie, aunque le fuese solicitada.

Pero, ¿cuál es la realidad del día a día?
Todos lo sabemos. La industria farmacéutica mueve los hilos de lo que se receta y lo que no.

El imperio del medicamento gasta millones de euros todos los años en congresos que se celebran en ciudades despampanantes.

Pagan los billetes del facultativo y su pareja, la estancia durante una semana en hoteles de lujo, y las comidas en los mejores restaurantes. Además les dan la charla de presentación del nuevo potingue del año, y les regalan carpetas o maletines de piel, portátiles o smartphones de última generación, y demás "chucherías" apetecibles.

De este modo se aseguran que los doctores sigan recetando medicamentos que, todos lo sabemos, no siempre son los más adecuados para nuestro organismo.

De hecho, muchos médicos en consulta recomiendan (sin escribir absolutamente nada) otro tipo de remedio mucho más natural, que en la mayoría de los casos resulta bastante más efectivo.

Porque ellos y ellas lo saben. Nuestro colectivo médico es totalmente consciente de que el reiki, la acupuntura, la hipnosis o la botica de la abuela, por ejemplo, resultan totalmente efectivos, y además van mucho más allá de sólo curar.

Pero siguen manteniendo a la industria farmacéutica.

Y ésta sabe que los necesita. Porque si nuestros médicos se decidieran a hacer lo que realmente han venido a hacer (sanar), dejarían rotundamente de recetar "venenillos" un buen día, de la noche a la mañana, y ellos perderían su imperio.

No es fácil. Y ninguno se atreve a dar el primer paso para desmontar el chiringuito farmacéutico. Nadie quiere ser señalado como el que dió el primer paso. Pero algún día lo harán.

Romperán con el sistema y se atreverán a hacer, por fin, lo que vinieron a hacer.

No quiero decir que se pongan a sanar a los pacientes, así de repente, con sus manos y su intuición, aunque podrían... Pero sí que dejen de fingir que confían en un sistema que, a todas luces, se les queda en pañales.

Ánimo, doctores y doctoras...
Ánimo, enfermeras y enfermeros... Abriros a lo que realmente sentís en vuestro interior.

Os necesitamos, y valéis mucho. Vuestra capacidad va mucho más allá de un diagnóstico físico y una receta.
...Y lo sabéis...

Gracias y saludos,
Natividad Castejón
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