 |
Inesperado regalo | Pedro Biedma. 02.06.19 | | Hoy, como casi todos los mediodías, llegué a casa, acompañado de mi triste figura.En mi rostro se dibujaba el significado de la palabra malhumor, como casi siempre. Por mi mente viajaban a toda velocidad, cientos de pensamientos, todos negativos, como casi siempre. Un par de besos a mi mujer, un par de preguntas rutinarias y poco más, las palabras a veces me abandonan. De repente, aparecen mis hijos, su cómplice madre observa en silencio. Me obsequian con un inesperado regalo, un pequeño y gran detalle que hace dar un vuelco a mi corazón. | Entonces regresa a mi interior un recuerdo, un grato recuerdo que a veces se esconde en el cajón del olvido. Recuerdo que soy la persona más afortunada del mundo, poseo un par de tesoros y una fortuna. Los primeros se llaman Pedro y Álvaro, la fortuna tiene por nombre Estefanía. Tres lágrimas, de esas que no son capaces de encontrar la salida adecuada, recorren mi interior, hasta clavarse en mi alma. Me arrepiento de no ser merecedor del cariño que me procesan, me lamento por ese perfume de egoísmo que en ocasiones desprendo. Con total seguridad no soy el mejor padre del mundo pero puedo aseverar que lo seguiré intentando. A pesar de mi triste figura, este carácter frío y mis ideas negativas, os aseguro que daría mi vida por todos y cada uno de ellos. Tres y media de la tarde, vuelvo al trabajo, subo al coche, respiro profundo y rememoró ese inesperado regalo. Las tres lágrimas que almacenaban mi alma, brotan al exterior, despacio y una a una, se detienen en mis mejillas, las capturo con sigilo y las saboreo, ¡puro manjar celestial!
P.B. 19-3-19
|
|
|
<-Volver |
|
|